viernes, 25 de febrero de 2011

Roma, ciudad eterna

Coger un vuelo por la mañana, pasar el día en Roma y volver al anochecer es posible en pleno siglo XXI. Visitar la ciudad eterna es una experiencia única, y ahora, es posible hacerlo en un día. Es cierto eso de que en Roma, allá donde vayas, encontrarás alguna escultura o edificio para contemplar si te gusta el arte. Es por ello que a pesar de poder pasear por sus calles y disfrutar del contraste que presenta la ciudad, siempre sabe a poco. Querrías parar el tiempo e imaginarte por un momento cómo era la vida una tarde cualquiera en el Colosseo o parar un instante y ver las gentes que se dejan caer por la Vía Corso o la Piazza Navona.

En esta segunda entrada me voy a centrar en Roma, como la ciudad de contrastes que es. A partir de un viaje intrépido y alocado de tan sólo unas horas, daré una vuelta por la ciudad eterna, mostrando rincones mágicos y llenos de vida que obligan a hacer un alto en el camino para disfrutar de su belleza.

Esta andadura comienza con la llegada al aeropuerto de Ciampino, conseguir un autobús que te lleve a Termini (principal estación de metro, bus y tren en el centro de la ciudad). Puede éste parecer un objetivo fácil, pero cuando el tiempo apremia y debes hacerte un hueco entre la multitud de turistas, no es tan fácil como se presume.

Una vez en la estación de Termini, la opción más rápida y práctica es la de coger el Metro de Roma (iniciado en 1930, durante el gobierno fascista con el objetivo de unir el centro de la ciudad -Termini- con el distrito E42, donde debía celebrarse la Exposición Universal de 1942). De Termini directos a la estación Colosseo, y nada más salir de la boca del Metro, encontrarnos una vista majestuosa, impactante y llena de historia:

                                                               Coliseo de Roma, Italia.

Después de ver el Coliseo, una vuelta por las ruinas romanas, envueltas de jardines propiamente Mediterráneos, donde abundan los pinos (concretamente los denominados pinos carrascos):

                                                  Alrededores del circo romano.

Paseando por aquella zona puedes dejarte perder, y así es como, sin querer, por simple casualidad apareció la Bocca della Veritá, una escultura hecha de mármol situada en una de las paredes de la Iglesia Santa María in Cosmedin:

                                                                Bocca della Verità

La escultura, que data de 1632, esconde una curiosa leyenda...


"Dice la leyenda que un marido celoso llevó a su mujer hasta la Bocca de la Verita (Boca de la Verdad) para comprobar si le engañaba con otro, ya que según historias antiguas del lugar, si uno decía una mentira mientras tenía la mano en la abertura de piedra, inmediatamente ésta se cerraba aplastando la mano del mentiroso.El amante de la mujer, alertado por los gritos del marido en plena calle, se dejó caer por el lugar justo en el momento en que la pareja estaba delante de la Bocca. La mujer, al ver llegar a su amante simuló marearse cuando éste pasó por su lado, con lo que el amante no tuvo más remedio que recogerla en sus brazos para que no cayera al suelo.
El marido, agradecido, se giró hacia su mujer dispuesto a seguir con el ritual y comprobar si le había sido infiel. Así que metió la bella mano de su mujer en la boca de piedra y le preguntó si había estado con algún otro hombre que no fuera él.
La mujer le dijo entonces que podía estar tranquilo, que nunca había estado con ningún otro hombre, y que solo había estado en sus brazos y en los del joven mozo que la acababa de salvar de una caída al marearse. Y así fue como pudo conservar su mano".
* Fragmento extraído de "somosviajeros.com.
Tras la leyenda, dejamos paso a la historia, a esa historia de Roma que está siempre tan presente entre sus calles, sus plazas, en todos sus rincones. Así, casi sin quererlo, avanzando por una calle que bien podría haberse confundido con cualquiera del centro de Europa llegamos al Palacio Real:
                                                                                                      Palacio Real
Y desde allí, mientras disfrutamos de la grandiosidad de la edificación, nos llama la atención algo que podríamos denominar historia "viva". Se trata de la columna Trajana, una columna de 114, construida por orden del emperador Trajano. Y... ¿por qué es historia viva? El relieve de la columna "relata" las victorias de Trajano contra los dacios. Así, los 30 metros de altura que adquiere la columna suman un total de 2500 figuras humanas, y en la que el emperador trajano aparece en hasta 59 ocasiones.
Pero en Roma, a pesar de cautivarnos por su belleza histórica, también nos cautiva por sus tradiciones, por su gastronomía, y por esa forma tan mediterránea de hacer las cosas. Por ello, nos enamora cada rincón, y para muestra, dos rincones únicos en los que no se echan de menos las esculturas o las grandes edificaciones y donde no falta la historia, la historia cotidiana de Roma...
                                           Una de las callejuelas paralelas a la Vía Corso
                                                     Pequeña estancia en la Piazza Navona

En esta jornada no podemos olvidar la Fontana di Trevi, una imponente fuente de 25,9 metros de alto y 19,8 de ancho. La fuente, de estilo barroco, fue remodelada en 1625 por Bernini, tras la orden del Papa Urbano VIII. Hoy en día la fuente es conocida por la tradición turística de lanzar una moneda de espaldas a la fuente y ver como cae, con el objetivo de que se cumpla un deseo común: volver a aquel lugar.
Por último, solo nos queda ver el atardecer en la Piazza Spagna, un lugar privilegiado por sus vistas únicas.


                                         Vista de Roma desde la Piazza Spagna


Roma, esa ciudad "eterna", llena de romanticismo, nostalgia, tradición, pero sobre todo, historia viva, historia palpable y con ganas de enseñarnos cómo ha sido, cómo es, y cómo puede llegar a ser. Una experiencia única en tan solo un día.

1 comentario:

  1. Yo también he tenido la suerte de visitar Roma y sin duda me quedo con la Fontana di Trevi. Muy buena entrada Zaida!

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